Roberto Mendoza
Perder un ser querido, divorciarse, cambiar de trabajo porque nos han despedido, cambiarse de casa porque ya no podemos pagar la renta, es causa de problemas psicológicos considerados importantes. Uno de los problemas graves que nos aquejan como sociedad es la migración, según expertos causa trastornos psicóticos, paranoia, depresión, ansiedad, alcoholismo y estrés postraumático.
Tendemos a minimizar a las personas migrantes, porque muchos piensan, dentro de la ciudad e incluso del país, no representan casi nada, incluso pareciera que son invasores. México siempre ha tenido problemas de migración internos, sobre todo porque nuestro vecino es uno de los países más estables económicamente y de mayor poder político y militar, creador de la idea del sueño americano. También, siempre hubo migración de otros países latinos hacia Estados Unidos a través de nuestro territorio, pero a partir del inicio del nuevo siglo se ha ido acrecentando hasta convertirse en un problema regional importante, además el problema se agrava para nuestro vecino pues desde la frontera con México están pasando migrantes con objetivos no sólo de supervivencia, sino de ataque.
El migrante latinoamericano usualmente es pobre y con poca educación, las comunidades de donde emigra son distantes y precarias, por eso se vuelve una víctima fácil para una multiplicidad de bandas que se dedican a todo tipo de negocios ilícitos y que ven a los migrantes como una fuente, primero de ingresos, luego de mano de obra gratuita para múltiples tareas; una vez que las bandas consideran que ya no son necesarios simplemente se les elimina, porque el migrante al salir de su casa prácticamente pierde su estatus de persona, se convierte en una herramienta que puede ser usada y luego desechada. Su familia paga por su rescate, pero la mayoría de las veces no se le deja ir, las bandas en México han encontrado un nuevo significado a la esclavitud y la muerte.
La política oficial de México hacia los migrantes es de contención, nadie pasa si no es a través de una revisión extensa de todos sus antecedentes y de sus intenciones, aunque sigue existiendo una gran porosidad de la frontera, los retenes son más estratégicos y los migrantes constantemente son detenidos y regresados a México para revisar su situación legal antes de poder entrar a Estado Unidos.
La Constitución marca en su primer artículo: “En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse…” Pero para las autoridades los migrantes no son personas, a veces ni para nosotros, casi nadie les ayuda, algunas buenas personas en algunas partes del recorrido migrante, algunas organizaciones sobre todo de diferentes iglesias y no más.
Las autoridades tienen una obligación constitucional, de resguardar sus derechos humanos, de darles garantías de protección y ¿Qué hacen? Dejan que las bandas de delincuentes los usen, los esclavicen y los eliminen; a los que tienen la suerte de escapar, las autoridades de migración los extorsionan o de plano los roban, casi los matan de hambre, de frio, los migrantes se pueden morir de una diarrea o de una gripa, mueren en incendios dentro de centros donde se supone los cuidarían. ¿Cuántos de nosotros vemos a un migrante en la calle y le ayudamos? ¿En qué nos convertimos? ¿Y el supuesto humanismo? Este gobierno tiene dos discursos, por un lado, ayuda a dictadores y por otro acusa a migrantes de su propia muerte. Es un gobierno de contradicciones y de una crueldad digna de un sociópata.