Alejandro Gutiérrez Balboa
Si bien no fueron los primeros, los bombarderos en picada alemanes, los famosos Stuka, brindaron una ventaja considerable a las fuerzas germanas al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Tanto, que no tardaron en aparecer las réplicas. El norteamericano Douglas SDB Dauntless hundió más barcos japoneses que ningún otro avión; los japoneses fabricaron el Aichi D3A. Todos fueron el punto de inicio del bombardeo actual mediante drones.
Los primeros éxitos de este tipo de armas en la guerra moderna ocurrieron en el conflicto de Azerbaiyán contra Armenia entre septiembre y noviembre de 2020. La aparente fuerza armenia fue hecha casi polvo a través de ataques de drones suicidas, arma de la que carecía Armenia.
Hoy, la tecnología se ha ido depurando y los drones ucranianos han sido videograbados atacando todo tipo de blancos rusos con éxito. La falta de aviones, tanques y misiles, ha sido suplida con estas armas; incluso, los ucranianos han sido capaces de bombardear blancos rusos en el propio territorio ruso.
Las ventajas de este tipo de bombardeo en picado son inmensos: ya no existen pilotos muertos en acción, la puntería es casi exacta y los drones pueden lo mismo bombardear blancos con granadas portátiles, que lanzarse por entero al ataque, los denominados drones suicidas. Adicionalmente, los rusos se han visto imposibilitados para detener este tipo de bombardeos y solamente están adquiriendo drones iraníes para responder de la misma manera.
La guerra se vuelve automatizada y ningún ejército en el mundo podrá desdeñar esta tecnología, a riesgo de mantenerse en la mayor de las vulnerabilidades, toda vez que el poderío armamentista se ha vuelto indefenso frente a este nuevo sistema. El ejemplo ucraniano es definitivo: la supuesta segunda potencia militar del mundo ha demostrado no serlo más, frente a los golpes contundentes que un país mucho más débil le ha estado asestando haciendo dudar del éxito de la operación militar emprendida, la invasión a Ucrania.
Este aspecto, así como la ciberseguridad son otros de tantos asuntos hechos de lado por un gobierno, el mexicano, enfrascado en imponer la continuidad de un proyecto fracasado desde el principio. Ciertamente que no es lo más grave ni lo más urgente, pero son los objetivos que como nación se establecen para su engrandecimiento, para su seguridad, su desarrollo. Son impostergables.