Claudio Sarmiento
Rodamos de noche a lo largo del Paseo 5 de Febrero (P5F). Recorrimos 6.5km sobre concreto hidráulico plano y leves pendientes. Dentro del amplio carril cupimos cómodamente, completamente segregados de los autos y empatando su velocidad, tranquilos. Hubieron cruces a nivel, delimitados por tambos naranjas; los coches nos daban el paso por su espacio estrecho para dar vuelta. El trayecto estuvo bien iluminado por luces de obra, pero también por las estaciones de bus (nos imaginamos que eran para nuestro descanso, resguardo, orientación, necesidades mecánicas, comida y baño.) Todo esto es infraestructura para el sistema Qrobús, pero mientras no haya autobuses, funciona como una ciclovía de otro nivel.
La semana pasada, el gobernador Kuri y el presidente Nava realizaron un recorrido a pie por el P5F, también por los carriles exclusivos de Qrobús. Pudieron caminar cómodamente, platicar y tomarse fotos, sin preocuparse por ser atropellados. Aún no se construyen las banquetas del proyecto, ¿podrán caminarlas igual cuando las inauguren?
Un carril Qrobús quizás es sobrado para peatones y ciclistas pero ¿qué no están priorizados en la pirámide de movilidad? El transporte público mueve a más gente y exige tal calidad de obra pública, pero la movilidad activa también la merece. A menudo pedimos lo mínimo, ¿por qué no dar lo máximo para la movilidad sostenible en la obra más importante del país? ¿Por qué no construir la mejor ciclovía del país? Claramente se puede; lo atestiguamos esa noche.
MT