Ahora que estamos en el tiempo de la cuaresma católica, vienen a la mente muchas tradiciones que se realizan o se realizaban por los católicos sanjuanenses, algunas de estas tradiciones ya desaparecidas por el transcurso del tiempo o simplemente por la situación de cambios después del Concilio Vaticano II, en donde muchas cuestiones fueron modificadas.
Todavía hoy en día, por cierto, se conservan tradiciones tan arraigadas por el antiquísimo rito del “aposentillo” que se realiza cada año en el martes santo en el templo del Beaterio de Nuestra Señora de los Dolores, en donde los niños son los principales protagonistas de la “atención” a Cristo, que lo encontramos en una imagen preso como lo estuvo en Jerusalén.
Los vía crucis que son tan propios de la ciudad, como el que tiene más de 300 años realizándose del Templo Parroquial de San Juan Bautista al Templo del Calvario (De la Santa Veracruz), el cual tiene por objeto recordar la Pasión de Cristo camino a la cruz.
Pero también, por ejemplo, cada vez, son menos los altares de Dolores, tan propios del Viernes de Dolores, cuando se coloca a la Virgen rodeada de velas, de naranjas con banderitas, de agua de chía, de trigo germinado y de otros adornos recordándonos los siete dolores de la Santísima Virgen, ocho días antes del Viernes Santo.
En el actual Templo Parroquial de Santo Domingo, por mucho tiempo, se realizaron los “ejercicios cuaresmales”, los cuales eran una serie de pláticas sobre algún tema, mismo que tenía la intensión de que los asistentes a las mismas cambiaran como resultado de la cuaresma y como forma de tener una vida diferente.
Los ejercicios cuaresmales, sobre todo, tuvieron gran aceptación en la época del padre Juanito García, quien, según los fieles, era un ejemplo de sacerdote por su bondad, pero, sobre todo, por la forma de atención a los feligreses. Se dice de él que escuchaba las confesiones de los que habían muerto y se encontraban en el purgatorio.
Los mencionados ejercicios cuaresmales, divididos de hombres y mujeres, tenían una cualidad que era que terminaban con la llamada “disciplina”, que no era otra cosa que, con un látigo, autoflagelarse como una forma de expiar los pecados. Esto se realizaba al término de los ejercicios cuaresmales y con las luces del templo completamente apagadas mientras el padre Juanito cantaba algún salmo penitencial como el ‘Miserere’ o el ‘Domine exaudi’, que son propios de la liturgia penitencial. Así, era nuestro San Juan del Río en la época de cuaresma, situación que ahora solo queda en el recuerdo.
MT