“La falta de calidad, la calidad insuficiente, es un problema social. Su práctica cotidiana genera un consumidor, es decir una persona, es decir un ciudadano, o suspicaz o sumiso. La falta de calidad contiene un potencial subversivo, de verdadera disolución social, puesto que propicia el cinismo y la frustración colectiva, simulación de todos contra todos.” (Miguel Ángel Granados Chapa. “Memorias del II congreso internacional de calidad total”. FUNDAMECA. 1991).
La calidad educativa es una aspiración de nuestro tiempo. Ante el cumplimiento parcial de los Objetivos del Milenio (ODM), la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lanzó una nueva estrategia. Además de cumplir la enseñanza primaria universal, que México cumplió parcialmente, ahora agrega la ONU el objetivo de asegurar educación de calidad para todos. (Periódico Reforma. “La ONU se da otra oportunidad”. 4/10/2015). Hay que revisar, lo que más se pueda, el concepto de la calidad educativa. Lo primero que debe decirse, es que tras la expresión “Calidad Educativa” se encuentran muchas realidades, no todas completas y suficientes, por eso se hace necesario discutir, estudiar y precisar la expresión, para que todos enfoquemos nuestras ocupaciones y preocupaciones en ese sentido. Se puede señalar que la calidad educativa es un conjunto de atributos propios de una sociedad y de sus individuos que permite apreciarla y valorarla con respecto a otros colectivos y sus integrantes.
La calidad educativa está en el proceso de su construcción. (Sylvia Schmelkes. “Hacia una mejor calidad en nuestras escuelas”. SEP. 1992). Dicha tarea es un desafío por su complejidad, pues como dijo Durkheim, la educación (el objeto de la calidad en este caso) consiste en la socialización sistemática de las nuevas generaciones. Por tanto, en nuestro tiempo, eso implica mostrar a los niños y jóvenes, de forma atractiva e interesante, los conocimientos, los valores y las formas de conducta. Para eso, se deben crear las condiciones para que los aprendices construyan su Proyecto de Vida, de preferencia, en consonancia con lo que la sociedad considera deseable. (Juan Delval. “Hoy todos son constructivistas”. Universidad Autónoma de Madrid-España.).
El Estado Mexicano considera deseable que todos los niños, adolescentes y jóvenes reciban la educación básica y la media superior. Que la educación desarrolle armónicamente las facultades de su humanidad. Que la educación sea de calidad. Que se garantice el laicismo y la libertad de creencias. El criterio que orientará a la educación se basará en el progreso científico, para evitar la ignorancia, la servidumbre, los fanatismos y los prejuicios. La educación será democrática, defenderá a la familia, a nuestra independencia política y económica, acrecentando nuestra cultura. Además, servirá para fortalecer la fraternidad, la igualdad, el derecho de todos, evitando privilegios de razas, religiones, grupos, sexos o individuos. (Artículo Tercero, Constitución política de los estados unidos mexicanos. Instituto de Investigaciones Jurídicas. 28/07/ 2015).
La buena calidad educativa debe dirigirse a la mejoría de los beneficiarios de la educación, es decir, a los alumnos y sus padres, no debe servir para fortalecer al aparato burocrático y político, ni para al culto a la personalidad o la promoción personal de los funcionarios o gobernantes. La calidad parte del reconocimiento de que hay problemas. Por eso la simulación, las mentiras y la propaganda no abonan a la buena calidad educativa. La calidad depende de todos los que participan en el proceso, pero se debe considerar que la principal responsabilidad la tienen los que dirigen, pues ellos disponen de los recursos y las decisiones más trascendentes.
La calidad requiere liderazgo. El líder conduce a través de su ejemplo y con eso sostiene los valores y creencias del grupo. Es una persona común que se distingue porque busca la innovación y la mejoría, para ello, entusiasma a la gente con su ejemplo.
La calidad es asunto de rendir cuentas. Este es el motor de la calidad. La “hipótesis de la ignorancia” es una mentira. Los países no son pobres por qué sus gobernantes son ignorantes o por qué se equivocan, se equivocan a propósito. Para ellos su negocio es tener una sociedad pobre e ignorante que puedan seguir explotando. (Acemoglu y Robinson. “Por qué fracasan los países”. Editorial Deusto)
Por: Amado López Guerra