Jorge Roberto Javier Tortajada
En Querétaro hemos visto soluciones paliativas a la movilidad urbana; entre ellas, el transporte gratuito destinado a universitarios. A través de un sencillo registro garantizan el traslado de 3,600 estudiantes, docentes y administrativos, atendiendo su necesidad de ayudarlos a llegar a ciertos recintos educativos del municipio.
Posteriormente, y después de algunos experimentos, se implementa la expansión del programa Acercándote, a través de otro registro en la página del municipio.
Tiene la finalidad de apoyar a la ciudadanía en este lapso de obra pública del Paseo 5 de Febrero. Lo importante, dicen, es que se disminuya el volumen de parque vehicular particular en la zona. ¿Será suficiente?
La pregunta más importante sigue en el aire: ¿cuál es el nivel de garantías para la movilidad de las personas en nuestra metrópoli? Estos esfuerzos son subsidiados y temporales, ya que el municipio no puede tener esta carga por siempre. Compartimos con otros 3 municipios la dispersión urbana, donde cada uno desarrolla estrategias igualmente limitadas. Aunque se ha hecho el llamado a la homologación metropolitana y entre servicios de movilidad, la solución resulta reactiva. La planeación tradicional de esfuerzos aislados no cumple con las necesidades actuales y, si algo nos enseñó la pandemia, es no dar nada por sentado. Debemos garantizar el transporte público asequible para todos en la ciudad y para la ciudad, y no seguir reaccionando a retos latentes sin encontrar la solución adecuada.
MT