Javier Esquivel
El inicio del quinto año de gobierno da paso también a dos retos fundamentales para el oficialismo: El blindaje y posicionamiento de la persona que abanderará la sucesión presidencial y la batalla comunicacional por consolidar, mantener, aumentar la imagen y la reputación presidencial.
Tanto las y los aspirantes como los integrantes del Poder Ejecutivo y los gobiernos estatales emanados de Morena tendrán justo un año para afianzar y robustecer la narrativa que les permita lograr la continuidad de su oferta política al menos un sexenio más en el ámbito federal y en las 9 entidades que están en juego.
De no aprobarse las reglas electorales, autoridades y aspirantes tienen los días medidos y escasos, para hacer valer en la mente del elector el mito de gobierno que encierra la cuarta de la transformación.
No hay tiempo para más en razón de que justamente en un año, septiembre de 2023, comenzará el proceso electoral federal donde deberán haber avanzado en la conquista de las simpatías de la población.
En materia de comunicación de gobierno deberán ser muy estratégicos para incluir en el relato presidencial los conceptos de consolidación de gobierno y de resultados tangibles para la gente, en razón de que el sexto año de todo gobierno tiende a enfocarse más a los legados sucesorios del poder.
Una vez hecho público y oficial el nombre de la candidata o candidato presidencial la atención pública abandonará gradualmente las acciones de los integrantes del gobierno. Por ello, la importancia de capitalizar los casi 400 días restantes de alta exposición mediática que restan.
Es evidente de que durante este quinto año de mandato que inicia se pondrá todo el énfasis propagandístico y la fuerza persuasiva del gobierno federal para la construcción de un legado que trascienda y deje huella en la historia reciente del país.
La apuesta estratégica de todo régimen, y la del Palacio Nacional, será terminar el mandato con altos saldos de aprobación de gobierno y popularidad presidencial además de conservar el gobierno para su partido a través de su candidata o candidato preferido.
En tanto el auge de la sucesión presidencial comenzará a sentirse con más fuerza conforme avance el último cuarto de este año en los espacios noticiosos y de opinión pública.
Las y los aspirantes a la presidencia en 2024 no dejarán pasar ninguna oportunidad para aumentar su nivel de conocimiento a nivel nacional. De manera intencional o coordinada con el Ejecutivo Federal será más frecuente y visible su presencia en eventos públicos.
Ellas y ellos protagonizarán batallas mediáticas por aparecer como punteros en las encuestas, pero al mismo tiempo serán personas cautas de no violar de manera evidente la ley y evitar protagonizar crisis que los desvíe de su cometido.
El mayor reto del apogeo de la sucesión presidencial también será resistir con fortaleza los ataques de sus adversarios que intentarán por todas formas vulnerar su credibilidad y honorabilidad.
Ante estos escenarios la oposición deberá ser más creativa y estratégica para no sucumbir con los altos flujos informativos, propagandísticos y de administración de percepciones que tendrán origen desde los canales de comunicación oficiales y los alternativos que utilicen las y los aspirantes a todos los cargos de elección que se definirán el 2 de junio de 2024.
Apunte del consultor
El informe de gobierno permite generar alta exposición mediática. Es una de las pocas campañas estratégicas en las que no existen límites para trascender, excepto la propia creatividad y en la Ciudad de México no escatimarán todos los recursos y canales de comunicación disponibles para que se escuche la voz, se vea la imagen y se entienda el mensaje de su gobernante. Estamos en auge de sucesión presidencial.
@javoesquivel