Javier Esquivel
Durante las dos últimas décadas en México los partidos políticos y sus grupos auspiciantes y de apoyo en la sucesión presidencial se han preocupado de construir cuidadosa y anticipadamente el liderazgo, la personalidad y la narrativa de sus propios aspirantes presidenciales y de una plataforma que sea coherente con esa imagen. No obstante, el proceso 2024 parece ser la excepción.
A un año de iniciar el proceso electoral federal, el conjunto de datos, opiniones, consensos sobre las cuales se elaboran las propuestas de acción y la construcción de una narrativa presidencial ganadora están cada vez más lejanas a la percepción pública y del relato personal de las y los candidatos presidenciales.
Existen con mayor frecuencia ocasiones en las que los hechos, los discursos, la actuación pública de las y los suspirantes se contradice con lo que realmente son, dicen ser y buscan representar ante el electorado.
La consolidación de un relato personal con aspiraciones presidenciables se logra cuando se consigue articular y unificar favorablemente la imagen y reputación pública en la mayoría de la población a través de la generación de expectativas y propuestas coherentes con sus logros, fracasos y comportamientos pasados.
Hasta el momento las y los posibles candidatos del oficialismo como de la oposición no han sido capaces de articular esa irremplazable congruencia entre se hace en la vida pública y actuar en el gobierno y entre lo que su pasado representa y lo que pretende protagonizar en el futuro próximo.
Todas y todos los aspirantes se encuentran atrapados en la lucha interna por ser la más popular, o el más conocido por la sociedad, en ganar y encabezar las encuestas internas que miden las preferencias electorales, pero no han reparado que sin una historia personal creíble y empática con la sociedad son menos competitivos y atractivos como para ir con entusiasmo a las urnas.
Una historia personal que no es coherente con la realidad o que se oculta a toda costa puede ser una debilidad.
Las personas más visibles para participar la sucesión presidencial han buscado erróneamente fabricar su imagen y relato como si fueran personajes de novela.
Han olvidado que es a partir de los hechos, sus palabras, acciones y personalidad lo que los hace creíbles. Será su carisma, su presencia, honestidad y su empatía lo que provocará que el elector los acepte o rechace.
Sin embargo, para lograr esas cualidades, los personajes públicos han echado mano de la ocurrencia y de la inmediatez de las redes sociales alejándose y haciendo muy notoria la diferencia entre lo que buscan proyectar con lo que son sus personalidades y su forma de vida real.
Conforme se acorten más los tiempos y no logren cautivar, enamorar y entusiasmar al electorado será más complejo hacer una reingeniería en la que se muestren legítimamente ser cercanos a las preocupaciones sociales, donde su historia personal inspire y motive al elector.
Todavía será más lejano construir esa imagen presidenciable de éxito y relato creíble de sus personajes políticos cuando tomen la determinación de competir fuera de una alianza electoral o fuera del manto de protección del partido oficial.
Para la construcción de un personaje político capaz de ganar una elección presidencial en un clima polarizado y donde participan más de 100 millones de electores la percepción y la credibilidad son igual de importantes que los sentimientos de esperanza o castigo que puedan despertar.
Cada acción mediática de las y los presidenciables deben conducir al episodio siguiente de sus aspiraciones, pero sin romper los principios y valores que dicen representar y sin contradicciones con lo expresado en el antaño.
Lo mostrado hasta ahora por todos los aspirantes y partidos políticos anticipa que será todo un reto la construcción de un personaje carismático, creíble y con la capacidad de ser amado como para ganar con soltura.
La construcción de una figura de liderazgo que conmine a la unidad de propios y extraños se ve distante. Todavía hay tiempo, escaso pero indispensable para la articulación de una verdadera estrategia electoral.
@javoesquivel