Alejandro Gutiérrez Balboa
Por primera vez en la historia, un organismo de justicia internacional independiente emite una orden de captura para un dirigente de un país poderoso. Anteriormente, sólo países vencedores en guerras contra líderes autoritarios los habían llevado a pagar sus crímenes. Hoy, la Corte Penal Internacional, con sede en la Haya, ha emitido órdenes de arresto en contra del dirigente ruso Vladimir Putin y de la persona que supervisó los crímenes.
La Corte, establecida en 2002 para combatir la impunidad de responsables de crímenes de guerra, genocidio y crímenes contra la humanidad, ha señalado a los rusos como responsables del traslado ilegal de personas a Rusia, entre ellas niños, y de deportación forzada de los mismos, ucranianos ellos, en áreas ocupadas por las tropas rusas, durante el conflicto que involucra ambos países.
Putin y su coacusada es señalado como responsable de haber cometido los crímenes directamente, junto con otros o a través de otros, así como su omisión de ejercer control en sus subordinados, mismos que cometieron los crímenes y que estaban bajo su mando directo, así como de haberlo permitido, todo lo cual está claramente tipificado en el Estatuto de Roma, el marco legal que aplica la Corte.
En el momento que Putin emprende una nueva oleada de duros ataques contra Ucrania para doblegarla definitivamente, en el que trata desesperadamente de lograr una alianza con China, y en el que trata de evitar o anticiparse a la llegada de nuevo y sofisticado material de guerra a Ucrania, la medida de la Corte llega demoledora. Y no porque Putin vaya a ser detenido, sino porque su prestigio e imagen se derrumban, al aparecer ahora como culpable de crímenes de guerra y contra la humanidad. Su causa ya no pude ser defendida por nadie. Es un delincuente internacional.
Cualquiera de los más de 120 países que están adheridos a la Corte Penal Internacional, entre ellos México, pueden y tienen la obligación de detener y entregar a los acusados como criminales, en caso de que pisen su suelo. El margen de maniobra del agresor ruso se estrecha cada vez más.
La gran enseñanza de todo esto es que ningún lidercillo autoritario se puede sentir al margen de la ley o de rendir cuentas por sus crímenes. Los Díaz-Canel, los Maduro, los Ortega y aquellos que les apoyan, protegen y financian ilegalmente, harán muy bien en poner sus barbas a remojar; ya no podrán seguir impunes.