Javier Esquivel
En una época donde las marcas políticas pierden con gran velocidad identidad, reconocimiento, valor social, reputación y peso electoral, los atributos de la credibilidad y confianza serán los más valorados por los electores en 2024.
Los partidos políticos en México llegan al proceso federal electoral con graves deficiencias en sus indicadores estratégicos, tan solo su imagen pública llega en este ciclo a niveles históricos de descrédito.
Incluso, Morena llegará a las elecciones presidenciales y de renovación del Congreso con menor intención de voto que en años pasados y con altos porcentajes de rechazo de la población de clase media.
El efecto del líder carismático con altos índices de aprobación de gobierno y popularidad que los llevó a ganar mayorías parlamentarias, gran número de gubernaturas y presidencias municipales años atrás, hoy pierde fuerza y tendrá cada vez menor impacto.
Por primera vez el partido deberá defender y luchar por su continuidad en 5 entidades federativas que estarán en juego. Se enfrentarán al desgaste natural del ejercicio de gobierno tanto a nivel federal como estatal y con amenazas de ruptura interna. Conflictos internos que los llevará a perder Coahuila, por mencionar un ejemplo.
Diferentes ejercicios demoscópicos apuntan que, para sortear estos retos, deberán fijar su atención en la selección de las y los candidatos, ya que ahí se encuentra la diferencia entre ganar con holgura o llegar a la elección con escenarios muy ajustado de empate o incluso de derrota.
En el caso de la oposición, el escenario no es mejor, incluso es aún más complejo. La mayoría de las encuestas y estudios de opinión pública señalan que para ser competitivos y enfrentar con éxito a Morena, no solo deberán ir en bloque sí no presentar aspirantes alejados a los antivalores partidistas y que además sean las y los perfiles más creíbles y confiables.
El reto para ambos bloques de partidos no es menor. Muchos de los aspirantes que sienten tener asegurada una posición plurinominal o una reelección podrían ver palidecer sus aspiraciones si las y los candidatos de mayoría relativa no despiertan mayor interés o preferencia electoral.
Varios de esos personajes que presumen su cercanía y el contar con el padrinazgo de los líderes partidarios también podrían ser decepcionados por la falta de cumplimiento y ser víctimas de la desconfianza, ya que en la actualidad ni entre ellos mismos creen en la honorabilidad sus palabras y el cumplimento de sus acuerdos.
Ante este escenario, los que tendrán que ir a hacer trabajo de casa a casa y gastar la suela de los zapatos, sin el manto protector de las dirigencias de partido y sin tener nada tendrán asegurado, deberán empeñar su capital político y duplicar la inversión de esfuerzos y de recursos.
De ahí la importancia y valor del trabajo que deberán desempeñar las y los aspirantes a los cargos de elección popular desde hoy para ganar la confianza y credibilidad de los electores que hoy saben que no hay ideologías partidistas o planes de gobierno que se cumplan a cabalidad.
Hoy las y los ciudadanos están muy conscientes de que las próximas elecciones del 2023 y 2024 se trata de premiar o castigar a los partidos políticos, no esperan nada más pues saben que no se pude confiar en ellos.
Como cada proceso electoral en México de los últimos 20 años, la selección de las y los candidatos, desde los que competirán por la Presidencia de la República o por el distrito local menos poblado, la confianza y credibilidad en la persona será la clave y factor de éxito.
Ganarán solo aquellas y aquellos que hayan ganado la confianza de la ciudadanía con acciones y no con palabrería.
Hoy más que nunca las habilidades y aptitudes de las y los aspirantes son fundamentales, pero sin los atributos de credibilidad y confianza todos los demás pierden efectividad y carecen de significado.
@Javoesquivel