Javier Esquivel
Uno de los problemas más comunes de los partidos políticos es la fragmentación de su comunicación a consecuencia de la inexactitud para detectar los tiempos adecuados para la puesta en marcha de campañas de difusión, la carencia de pericia para medir el humor social y la falta de cálculo para capitalizar las coyunturas sociales.
Tal es el caso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que luego de meses de estar sometido a flujos de comunicación reactiva e incluso de control de daños y de manejo de crisis por divisiones internas y la derrota electoral en el Estado de México se animó a poner en marcha a nivel nacional una campaña para visualizar e incluir a la gente en el foro “El México que queremos”.
Si bien es cierto que el Foro ha logrado cierto nivel aceptable de difusión en la arena digital y mediana participación social, ésta se debe en mayor parte gracias a los comités estatales y a las estructuras partidistas que han hecho suyo el mensaje y la encomienda de movilizar.
Nadie -en estos momentos de definiciones, de construcción de listas plurinominales y de futuras nominaciones-, se atrevería a fallar en el cumplimiento de generarle al foro un alto grado de visibilidad y percepción de una nutrida participación.
Sin embargo, la campaña y el foro pudieran ser considerados como piezas de valor simbólico en razón de que ni los militantes, ni los pocos ciudadanos que participarán con su presencia en los eventos confía en que sus propuestas o sus necesidades sean consideradas para la plataforma electoral de un frente multipartidista.
Los medios de comunicación, en ese mismo tenor, han generado una tibia cobertura de los foros en los estados en los que se han desarrollado. La mayoría de los impactos periodísticos de los medios locales con los que se tiene proximidad tienen un reducido espacio en sus portales web.
En el caso de los medios electrónicos e impresos de mayor consumo nacional sencillamente no han tenido eco ni mayor repercusión más allá de simple comentarios.
A la par del evento, planeado para generar cercanía y alentar a sus bases de votantes, el presidente de la República abarrotaba nuevamente el Zócalo capitalino, generaba notas de valor periodístico y dominaba la agenda pública.
El discurso presidencial y de las oradoras, en el evento de conmemoración del 5to año de la victoria de la cuarta transformación, se transmitía en vivo por televisión nacional sin interrupciones.
Mientras que los presidentes estatales del PRI daban la bienvenida a las y los liderazgos locales y desde el CEN nacional lanzaban su campaña del foro y del frente amplio, la mitad de su bancada senatorial anunciaba que, al igual de varios miles de priistas, abandonarán las filas del priismo esta semana.
El momento mediático del PRI de sus presidentas y presidentes locales fue acompañado con la declinación de una de sus aspirantes presidenciales a participar en el proceso de selección por ser poco equitativo y transparente.
Previo al anuncio del Frente Nacional por México y el foro El México que queremos, grupos de la sociedad civil anunciaban la disolución del cuerpo colegiado de expertos que acompañarían y legitimarían con su experiencia el proceso.
Si bien es cierto que para comunicar la política no hay fechas ni horarios, hoy es evidente la falta de planeación y de creación de escenarios para comunicar mejor que los rivales. Hoy parece que la fragmentación hizo gala en la estrategia de comunicación tricolor o a menos que todo sea una triste y coincidente simulación.
@javoesquivel