Miguel Flores/Lo bueno, lo malo y lo peor
LO BUENO
A diferencia de las campañas anteriores donde los ciudadanos sufríamos el bombardeo del ‘marketing’ político de muchos candidatos, en esta ocasión, la pelea por la silla presidencial únicamente tiene a tres protagonistas, y de ellos solamente dos con posibilidades reales de ganar la elección del próximo año. La elección es, de momento, entre la alianza de la 4T y la alianza opositora, lo que reducirá para bien el contenido de información política y permitirá a los electores enfocarse en las propuestas y los candidatos.
LO MALO
Si las precampañas son el preámbulo a lo que veremos en el 2024, vale advertir que no tendremos nada nuevo. Las campañas por la silla presidencial serán más de lo mismo, con videos promocionales, ‘jingles’ pegadizos (algunos ridículos), ‘slogans’ que apelan al sentimiento y emotividad, y muchas promesas para un país que sólo existe en los discursos políticos. El adversario que aún no ven los partidos y sus políticos, es el alto nivel de abstencionismo electoral y que, hasta ahora, ninguno de los aspirantes ha intentado combatir.
LO PEOR
La apuesta joven de un tercero en la contienda: Samuel García, es una película que ya vimos antes. El problema de Movimiento Ciudadano es que van tarde en la carrera por la silla presidencial y apostar por el voto de los jóvenes es una moneda en el aire pues habría que considerar que la gran mayoría de los jóvenes son afines a la propuesta y personalidad del gobernador con licencia de Nuevo León, y, sin temor a equivocarme, hay millones de electores jóvenes que no se sienten identificados con el ‘fosfo, fosfo’.