Roberto Mendoza
Esta administración gubernamental inicialmente aspiraba a llevar a cabo obras de gran envergadura e importancia, pero lamentablemente se ha visto envuelta en proyectos de escasa relevancia, con baja actividad y una productividad nula o muy limitada, es decir, se ha dedicado a realizar “chambitas”.
Realicemos un análisis de las supuestas grandes obras que ha emprendido. Comencemos con los aeropuertos. El denominado Felipe Ángeles, conocido como AIFA, es la única obra que ha sido completada en su totalidad. Aunque la terminal es grande y funcional, su ubicación distante de la ciudad dificulta los trayectos, pudiendo tomar hasta dos horas debido al tráfico. El AIFA está subutilizado, mayormente destinado al transporte de carga. El nuevo aeropuerto de Tulum, llamado Felipe Carrillo, supuestamente terminado, presentó goteras el día de su inauguración y experimenta dificultades en sus vías de acceso, tiene poco tráfico y se supone que tendrá más vuelos hasta marzo. Ambos aeropuertos, construidos con buenas intenciones, no cumplen con su función y se han convertido en simples “chambitas”.
Ahora, examinemos el tema de la refinería de Dos Bocas en Tabasco. A pesar de que la refinería tuvo un costo de alrededor de 16 mil millones de dólares, el doble de lo prometido por el presidente, aún no produce ni un litro de gasolina. Desde septiembre, fecha de su supuesta inauguración, solo produce Nafta, un destilado de petróleo utilizado como solvente para pinturas. ¿Cuándo comenzará a refinar gasolina Magna o Premium? Se esperaba que fuera en diciembre, pero hasta el momento no ha sucedido. La inversión realizada por todos los mexicanos no está generando resultados, es simplemente una “chambita”.
El siguiente proyecto del gobierno es el Tren Maya. Aunque su ruta total aún no está terminada, su construcción ha implicado la destrucción de grandes áreas de selva. No es un tren panorámico, rápido ni de lujo. Con una velocidad de entre 120 y 160 kilómetros por hora, su primer tramo de 473 kilómetros desde San Francisco, Campeche hasta el Aeropuerto Internacional de Cancún toma nueve horas. En comparación con otros trenes en el mundo, como el Amtrak en Estados Unidos con una velocidad de 240 km/h, o los trenes de China, Japón o Europa con velocidades entre 320 y 350 km/h, el Tren Maya resulta ser de baja velocidad y carece de atractivos significativos. No será un tren para conectar zonas de negocios, sino turísticas. Tampoco tiene una serie de tours en diferentes sitios, como por ejemplo, los trenes rusos como el Transiberiano, el Zarengold o el de la Costa Verde. Desperdiciar nueve horas en un tren no resulta atractivo para quienes buscan aprovechar al máximo su tiempo durante un fin de semana de escape. Es, sin duda, una “chambita”.
Estas cuatro construcciones ocuparon casi la totalidad del sexenio y son anunciadas como un legado del presidente, pero no están del todo terminadas, no tienen un plan de expansión, ni de marketing que ayude a promover e incrementar las ventas, no hubo una investigación del mercado, ni se estudió si las necesidades que supuestamente iban a satisfacer se cumplirían, simplemente se hicieron por un capricho, son unas megaobras que al final resultaron ser simples “chambitas”, ese es el verdadero legado del presidente.
Esta columna se toma unas inmerecidas vacaciones, regresa el 9 de enero, pase muy buenas fiestas con sus seres queridos, un abrazo.