Mario Maraboto
Cada vez que AMLO quiere salir al paso de una situación crítica, especialmente en materia de violencia e inseguridad, recurre a lugares comunes y expresiones como “Eso era antes”, “Es un caso aislado”, “Es la excepción”. La ocasión más reciente fue el miércoles de la semana pasada ante una serie de cuestionamientos formulados al presidente, sin agredir u ofender, por una reportera independiente del Estado de Sonora.
La reportera cuestionó al presidente si en las mesas de seguridad ha surgido alguna estrategia para realmente darle seguridad a los mexicanos. La respuesta fue: “Estamos trabajando todos los días en eso, para que… no tengan que ser los ciudadanos los que se hagan cargo de la defensa, lo que pasaba antes, pues”.
Y empezó el bombardeo de la reportera citando casos, empezando por el reciente de Texcatitlán. Al que AMLO se refirió como “Sí, todavía en algunos casos, pero es la excepción”; prosiguió la reportera recordando Michoacán, Guerrero, Tamaulipas, Sonora, provocando desesperación en el presidente, quien en cada caso reconocía que había problemas, hasta que aceptó “Sí, muchísimos casos, pero nunca, nunca igual”.
Según la organización Causa en Común, la masacre en Texcaltitlán, Estado de México, es la 421 del año que está por terminar, derivada de la acción de los grupos delincuenciales que operan en prácticamente todo el territorio nacional. Hechos violentos del crimen organizado con implicaciones para los ciudadanos (masacres, asesinatos, desapariciones, secuestros, mutilaciones, etc.) han ocurrido en Guerrero, Zacatecas, Jalisco, Estado de México, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Baja California Norte, Chihuahua, Veracruz, Jalisco, Michoacán, Colima, Aguascalientes, Querétaro, Nayarit, Chiapas, Baja California Sur, Morelos, Oaxaca, Tabasco, Guanajuato (como aconteció el pasado finde semana en Salvatierra), e inclusive Querétaro.
Continuamente el presidente se ha referido a “la guerra de Calderón” por la secuela de muertes que arrojó en el intento de frenar la violencia en franco reto al crimen organizado, desplegando al ejército en tierra caliente de Michoacán, y de ahí a diferentes partes del país. Se trató de un combate frontal que sólo incrementó la fuerza de los grupos criminales. Peña Nieto, con un enfoque poco más estratégico se centró en una mayor coordinación entre las fuerzas de seguridad y en la protección de la sociedad y los derechos humanos, lo que no significó un giro de 180 grados ni la disminución de los niveles de criminalidad, cuyo mejor ejemplo fue el caso Ayotzinapa.
AMLO, quien, como parte de su estrategia de seguridad nacional, en el 2012 prometía regresar a los militares a los cuarteles, y lo refirmó cuando fue electo Presidente, finalmente cambió de opinión y resolvió que los soldados deberían coadyuvar en las tareas de seguridad, con la salvedad de que no deberían de emplear las armas (para proteger los derechos humanos de los criminales) y mejor darles abrazos, estrategia que ha logrado multiplicar los “casos aislados” por todo el país y superar los 120,463 muertes violentas ocurridas durante el sexenio de su odiado Calderón, para alcanzar hasta octubre pasado 161,518 personas asesinadas (Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública), más los que se acumulen en los últimos meses de su gobierno. Y eso que el miércoles dijo “Sí. Yo no he declarado ninguna guerra, ¿eh?”
Lamentablemente AMLO busca la salida fácil: decir que se está investigando y ligar los “casos aislados” al consumo de drogas antes de tener cualquier evidencia; lo hizo hace unos días con el caso de Texcaltitlán, sin expresar su pesar por los fallecidos y sus familiares. Así lo hizo también ayer al referirse al caso de Salvatierra, Guanajuato, del pasado fin de semana.
Hacia el final de las preguntas de la reportera AMLO dijo: “Aquí, los que estamos, desde las 6:00 de la mañana recibimos el reporte de todo lo que sucede en el país” (reporte = esto es lo que ha sucedido, pero no estrategia de prevención). La reportera cuestionó de qué les sirve eso a los ciudadanos, el presidente respondió “Pero si no nos reuniésemos todos los días…” “¿Estaría peor el país?” replanteó la reportera, y AMLO aseveró “Sí, sí, sí, exactamente”.
Ver en video esta respuesta, es darse cuenta de su perversidad: la amplia sonrisa burlona que exhibió describe perfectamente su desinterés por el tema. Lo peor es que la precandidata oficial ofrece dar continuidad a esa “transformación”.