Javier Esquivel
Durante una entrevista con un medio de comunicación regional del norte de México charlábamos sobre la personalidad de las esposas y cónyuges de las y los gobernadores del país como variable a considerar en la comunicación gubernamental.
La charla se generaba en razón de que una revista de circulación nacional publicó en su portada la fotografía de la figura pública local más carismática del momento.
En dicho encuentro periodístico y de intercambio de opiniones con las y los colegas advertíamos que el carisma es un atributo que genera magnetismo, simpatía y poder de atracción que despierta el interés, produce empatía y motiva a la admiración de las personas que puede y debiera capitalizarse o incluso vincularse estratégicamente a favor de terceros o en pro de un proyecto personal o incluso social.
En este sentido, argumentábamos que cuando el carisma es una condición innata también debiera ser desarrollado y potencializado, pero sobre todo optimizado cuando se ejerce alguna responsabilidad de gobierno o se compite por un cargo de representación popular como las 6 gubernaturas que están en juego este año.
El potencializar esa característica, incluso, podría ser coadyuvante para acrecentar indicadores como la cercanía, confianza y aprobación de un gobierno cuando se acompaña sentimental y moralmente a la pareja.
A lo largo del intercambio de preguntas y respuestas de la entrevista aludíamos las teorías de Kenneth Galbraith en las que se menciona que las figuras de la política con este atributo cuentan, inclusive, con una ventaja competitiva sobre las demás personas ya que la personalidad y los rasgos físicos siempre dan acceso a uno o más instrumento de poder.
Al referirnos a las gobernadoras, legisladoras y presidentas municipales carismáticas mencionábamos que esta condición puede ser una herramienta muy efectiva para la diferenciación estratégica que se debe capitalizar además de las ofertas de gobierno que ofrecen sus ideologías y plataformas partidistas.
Al respeto mencionábamos que los atributos físicos como la identidad, la presencia, el carácter, el temperamento, la experiencia, la personalidad y atractivos físicos son elementos capitalizables a través de una estructuración comunicacional.
En contraparte, analizamos que en la esfera política nacional o internacional ubicamos también a líderes y lideresas políticas que a pesar de su alta capacidad en la toma de decisiones públicas e influencia política carecen del carisma necesario como para ganar una elección y ser cercano con la gente.
Para finalizar la mesa concluimos que el carisma es uno de los tres atributos junto con la credibilidad y confianza que se generan y fortalecen a través de diversas técnicas de comunicación y marketing político donde no hay lugar a la ocurrencia.
Construir cada uno de ellos implica una estrategia especializada ya que la prefabricación de atributos tiene un efecto bumerang si no se acompaña de elementos como el acompañamiento de causas y banderas sociales. Sin estos elementos los falsos posicionamientos mediáticos sucumben con el tiempo.
Apunte del consultor
Arrancaron ya los procesos electorales en los seis estados de la República mexicana. Se abre el ciclo electoral que dará entrada a la nueva reconfiguración de fuerzas políticas en el país con rumbo al 2024.
Hoy las mujeres candidatas tienen mayores posibilidades de ganar que los hombres. El carisma de cada una de ellas, es la pieza a capitalizar en la estrategia para sumar votos.
Sería un error exponer a las candidatas al contrataque político e ideológico nacional cuando son ellas las que cuentan con la simpatía regional. Son ellas las carismáticas en sus estados, pero sobre todo las mejor preparadas para gobernar sus respectivos estados.
@Javoesquivel.