Roberto Mendoza
El mismo concepto de justicia es, aún hoy, un tema de controversia ¿Qué es lo justo y quién es justo? Desde algún punto de vista lo justo es equitativo, buscar que cada quien tenga lo que merece en igualdad, Desde el punto de vista de su definición teológica un ser justo es bondadoso, humano, solidario, fraterno, generoso y desinteresado, todos estos calificativos tienen a su vez su significado en la mente de cada persona y no siempre, son equivalentes.
Si es difícil encontrar una definición única de lo justo, igualmente lo es de inocente. Hoy día como sociedad estamos en una discusión que nos pone en un espejo sobre estos conceptos impulsada por el hombre que tiene más poder en el país. Hace unos días la Suprema Corte de Justicia discutió sobre la Prisión Preventiva Oficiosa, este concepto no debería existir, se basa en la desconfianza que nos tenemos como sociedad y elimina otro concepto: la Presunción de Inocencia.
¿Qué es mejor? ¿Tener a un inocente en la cárcel o un posible delincuente en la calle? La respuesta parece ser muy fácil, mejor adentro que afuera, porque hay muchas personas malas y una menos parece tener más beneficio. La primera consecuencia que no parece preocuparnos es que todos vamos a pagar la manutención de esa persona, segundo que el ambiente carcelario, muy probablemente, convertirá a un posible inocente en un delincuente y tercero que le estaremos robando días, meses y años de su vida para siempre, sólo porque queremos quitarnos un problema de los muchos que tenemos.
La Prisión Preventiva, así lo marca la norma, debería ser la excepción, no la regla. Sin embargo esta práctica desnuda otros problemas que la mayoría de nosotros no vemos, la falta de justicia en el sistema implementada por policías, ministerios públicos y jueces de control que tienen que atender cientos de casos todos los días, el trabajo es mucho, requiere de un grado de sensibilidad y de un principio de justicia, cualquiera que sea el que tengan estas personas en su cabeza. Además del trabajo excesivo, estas personas tienen un mal salario, poca motivación y un rechazo de la sociedad. Esto explica la corrupción en los juzgados, si hubiera una revaloración de este trabajo, no se acabarían los malos procesos, pero se encarecerían, por lo tanto, se resolverían más cosas y se cobraría mucho por una excepción, hoy es exactamente al revés, se resuelve poquísimo y se paga cualquier cosa por las excepciones, pero estos pagos “chiquitos” están a cada paso del proceso.
El Estado representado por personas que son parte del gobierno es el ente más fuerte de una nación y es el que acusa, la mayoría de las veces, sin pruebas, juicio ni sentencia se priva de la libertad de manera preventiva a una persona individual que sólo tiene sus propios recursos, una lucha totalmente desigual e injusta. Son tantos los casos que las cárceles, sobre todo si se es pobre e ignorante, están saturadas. La cárcel es un estigma para quien cae ahí, pero no para el gobierno, porque se presume que el Estado es justo y hoy mismo nos estamos dando cuenta que no es cierto. El Estado es injusto, inequitativo, desigual, malvado, inhumano, egoísta e inmisericorde, tendemos a la acusación fácil y a la condena simple. Si a las autoridades no les interesa indagar, menos a nosotros, es más sencillo denostar.
Tenemos una deuda enorme con cientos, miles de personas acusadas y encarceladas sin justificación. Esto debería enfrentarnos a nosotros mismos, revaloraremos nuestro sistema de justicia, incluso discutamos ¿Qué es la justicia a la mexicana? Es un buen momento para ser una mejor sociedad, hasta el mismo gobierno presume estar en una transformación. Hay que ser valientes, para vernos al espejo, sin máscaras y buscar nuestra justicia, para encontrar, que cualquiera de nosotros, reciba lo justo.