Roberto Mendoza
¿Por qué usamos la violencia para resolver algún conflicto? La ira es una emoción muy fácil, casi nunca, como a otras, la tratamos de controlar. A través de ella es muy fácil terminar con una disputa, porque es contundente, a través de la dureza se pueden resolver conflictos de manera rápida y a veces, sin gastar muchos recursos.
El Estado, pensando en esta definición como el espacio territorial donde pertenecemos todos y por lo tanto lo protegemos pues es nuestro; es el único que puede ejercerla de manera legítima, es decir, nosotros nos hemos dado permiso a usar este método, que tiene un profundo trasfondo sentimental, para eliminar a su vez intentos, también derivados de las emociones de otros, que consideramos a la par, tanto nocivas como abusivas. Hay diversas maneras de ejercer la violencia desde el Estado, pues no todos los que vivimos en él estamos obligados a ajustarnos a sus designios, ya sea porque sentimos que nos aplasta o porque no encontramos oportunidades, servicios o las respuestas que necesitamos, de esta manera ejercemos también desde nuestras emociones, un camino que se supone es pacífico, el de la protesta.
Las personas que protestan, no son enemigas del Estado, son parte de él, pero inconformes por algo, al mismo tiempo, casi siempre son un grupo al inicio reducido, si la protesta, por sus razones sociales y de justicia para todos, logra tocar los sentimientos de la mayoría, la protesta puede crecer y mucho, por eso el Estado trata de contener, minimizar, deslegitimizar o de plano condenar y destruir la protesta, si está es muy grande, usa la fuerza, esta violencia es atípica, porque quien protesta no es un delincuente, pero si de alguna manera enemigo del gobierno, que es el brazo administrativo del Estado.
La dureza del gobierno es una prueba para quien protesta, si responde con la misma moneda, cae en la trampa que se le tiende, porque actúa como enemigo, como delincuente, por eso las manifestaciones llaman al pacifismo, a no confrontar con el aparato gubernamental como represor y no responder a la violencia con la violencia, porque esta respuesta justifica la acción gubernamental.
Por otro lado, están los verdaderos enemigos del Estado, los delincuentes, estas personas siendo sí parte del estado, violan la tranquilidad y quieren destruir a sus semejantes en aras de un beneficio personal único, no tienen base social, crean a veces, un beneficio en su entorno, como una manera de ser un referente de Robin Hood y al mismo tiempo quieren crear un sentimiento de agradecimiento para su propia protección.
El presidente, por muchos años fue un adversario de varios gobiernos, un perseguido político que sufrió la violencia legitima, la entendió y buscó no confrontarse en el terreno del enfrentamiento físico, sino en el de las ideas, siempre llamó a la protesta pacífica y a no romper ni un vidrio. Abrazar a sus represores, pues los policías son miembros del pueblo, incluso muchos, como sucede en todo el mundo, se unieron a su causa. Ahora confunde, en un ánimo adolescente o quizá en aras de una negociación amplia con los delincuentes, que jamás pueden ser considerados como inconformes, ni enarbolan causas sociales, sean tratados con las prerrogativas de quien hace una protesta. No es igual, en la protesta no debe haber violencia, en el combate al crimen se debe terminar con el abuso. Confundir una violencia con la otra es lo que ha llevado a este país a tener una enorme cantidad de personas asesinadas, a vivir masacres, a ser señalado internacionalmente como un país violento. ¿Es confusión o es negociación? La historia juzgará.