Mario Maraboto
¿Qué incentiva a una persona a realizar una campaña política para ser candidato y luchar afanosamente por llegar a una posición, ya sea como diputado, senador o presidente del país?
El incentivo, que en el mundo empresarial es un estímulo a los empleados para motivar la productividad, en el ámbito de la política, me parece que, como lo define la RAE como primera acepción, es algo que: “mueve o excita a desear o hacer algo”, definición que implica la motivación para alcanzar un satisfactor personal más que colectivo o social. En ese sentido podemos considerar que existe una motivación abierta y una en el yo interno que difícilmente se expresa.
En el ámbito político la motivación interna implica la búsqueda del poder por el poder mismo para beneficio propio, en tanto la motivación abierta se argumenta en expresiones como “servir al pueblo”, “ayudar a los más necesitados”, “cambiar al país” o “acabar con la corrupción”. Sin embargo, por lo regular, la motivación interna no se corresponde con los intereses de los ciudadanos. Según el caso y la persona, lograr el poder político (que lleva al poder económico) es la posibilidad de satisfacer intereses personales a partir de ofrecimientos como seguridad, bienestar, crecimiento económico, etc. que, regularmente nunca se alcanzan en plenitud.
En esencia, el incentivo de los ciudadanos ha sido la posibilidad de un cambio que beneficie al país y a la vida social. ¿Qué ha pasado en México desde el año 2000? En ese año el candidato de la oposición alimentó el incentivo del cambio y llegó al poder, pero quedó a deber mucho. Seis años después surgió una nueva propuesta de cambio basada en empleo y seguridad; la elección fue muy cerrada y con el ganador la inseguridad creció, pero el proceso electoral dejó claro que la motivación del candidato perdedor era “mandar al diablo las instituciones”.
Luego vino un ofrecimiento basado en reformas estructurales que convenció a los votantes para llevarlo al poder y, aunque algunas reformas iniciaron un cambio positivo, la corrupción empezó a crecer, lo que reforzó en los votantes la motivación de un cambio. Bajo la ilusión de barrer la corrupción como se barren las escaleras; la aparente coincidencia de intereses entre el político y los votantes lo llevaron al poder y, en efecto, empezó a mandar al diablo no sólo a instituciones democráticas y autónomas, sino a la propia Constitución y a aquellos personajes que no lo apoyan en su propósito de “transformación”; ha demostrado que su verdadero motivante es el poder absoluto para destruir lo que mal que bien funcionaba y realizar obras de poco beneficio social que han fomentado la mayor corrupción en la vida moderna de México, pero que le han generado gran popularidad alimentando su soberbia.
Este año electoral volverán a surgir los motivantes de los y las candidatas a diferentes puestos de elección. ¿Cuáles son los motivantes de Claudia Sheinbaum? Desde que fue elegida precandidata y a lo largo de sus spots parece ser que su principal motivación es dar continuidad al proyecto AMLO, es decir, seguir con la destrucción llamada “transformación”. ¿Cuáles son los motivantes de Xóchitl Gálvez? Por sus discursos y trayectoria parece querer rescatar lo que ha sido destruido social, económica y políticamente.
Esas son las motivaciones abiertas (conocidas públicamente). Sería interesante saber si lo que realmente está en su yo interno es el bienestar de los ciudadanos en todo sentido, o si es la ambición por el poder por el poder. Tarea para los psicólogos.