En los años ochenta mucho se decía que México no era un país politizado, los actores políticos, los círculos académicos y algunos empresarios empezaban a insistir que nosotros, el pueblo, la sociedad en general tendríamos que interesarnos más por la política del país, no le preocupaba a nuestros padres lo que sucedía porque el país estaba en la consolidación y fin del modelo llamado “milagro mexicano” que terminó con una crisis profunda de la cual sentimos sus efectos hasta después de la segunda mitad de esos años.
Cuando fuimos conscientes de nuestra precariedad y de que el futuro de nuestros hijos estaba en peligro, la sociedad en su conjunto se interesó en la política, el inicio de este movimiento se engendró en el partido más poderoso que se quebró y dio lugar a un frente que se le oponía, le dio oportunidad a quienes estaban en contra del régimen, pequeños movimientos radicales y grandes personajes que no tenían oportunidad de ejercer poder se unieron en un nuevo partido que como un sol nació, iluminó y está en su ocaso.
Hoy se supone que nos gobierna un movimiento que tenía los ecos de ese primer frente, donde los radicales aguantaron y llegaron finalmente al poder y lo ejercen, ellos que tanto deseaban justicia, han creado un sistema más corrupto, más ineficiente, opaco, insensible, demagógico, mentiroso y cínico que el que pretendían abatir.
Por todos los medios posibles el gobierno de este país literalmente nos bombardea de propaganda política, a diferencia de la publicidad que es una herramienta de venta, la propaganda es un mecanismo sistemático que sufrimos diario mediate una inmensa dosis, es una maquinaría que en la campaña política de quien hoy ostenta el poder fue imbatible, dinámica, novedosa y viral.
Hoy es una burda insistencia que se torna repetitiva y que se nota desesperada. Está en los medios de comunicación, pongo el ejemplo en el programa de radio Ciro Gómez Leyva en radio Fórmula, donde se le ha dado un espacio a uno de los supuestos cerebros propagandísticos del régimen, el señor Epigmenio Ibarra, el pasado 22 de noviembre dijo casi al iniciar su participación al hablar acerca de la precandidata Claudia Sheinbaum : “…ella hizo una pieza oratoria que a mí me hizo sentir que ahí estaba la primera presidenta de México… hizo un compromiso público y solemne de luchar hasta el último día de su vida… contra la desigualdad y la pobreza, porque las y los mexicanos puedan comer tres veces al día alimentos saludables, tengan casa, salud, educación, vestido… la que camina a la par de López Obrador durante tantos años, la científica… que está conectada desde hace muchos años con esta cosa… la oposición esta pulverizada… No veo que Xóchilt le llegue a Claudia ni a los talones…” propaganda pura, disfrazada de ejercicio periodístico.
Y así es en todos los espacios posibles, tenemos propaganda en cada discurso, presentación de iniciativas, participación desde su curul, conferencias y declaraciones en todos los Congresos de México, en cada boletín y comunicado, diariamente en la mañanera, en cada publicación de redes sociales, en bardas, en panfletos, en perifoneo, en el transporte público, en la calle, no podemos librarnos. ¿Esto es consecuencia de un pueblo más politizado? ¿Es la cúspide de la concientización? O es un ejercicio que nos roba espacios públicos, que nos agrede y nos empieza a hastiar.
Queremos resultados, no propaganda, queremos estar mejor, no promesas ¿Cuándo la propagando se convertirá en hechos? ¿Cuándo los políticos nos dejaran de prometer y no cumplir? ¿Cuándo dejaremos de ser sus mascotas? ¿Cuándo nos tocarán espacios a nosotros? Estar politizado y consciente es darse cuenta y exigir, pedir cuentas, levantar la voz. Eso hagamos.